viernes, 22 de mayo de 2009

LA FABRICA DE POETAS -Nº 16-

LA FABRICA DE POETAS - Nº 16-
revista virtual de poesia
20/05/2009

Coordina: Alejandra Menassa de Lucía


Cuadro: “Espejismos de la gloria” de Miguel O. Menassa
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YO SOPLO PARA APAGAR TUS OJOS


El desierto puso sobre la faz de tu mirada
el regreso, la luz y tu tez se abrió
los candiles dieron paso a la luz en la cueva.
Te di la mañana cuando me regalaste tu luz.
Cuando tus ojos cerraban su vida, otra vida
cobraba luz entre las bambalinas y la noche
cuándo tus ojos
cuándo tu belleza
cuándo la alegría de tu sonrisa
cuándo será poesía....
Soplo y un vendaval roza el imposible de tu paisaje
cierras los ojos y aparezco tal cual soy en tu mirada
encontrando el vacío de las cuencas infinitas.
En el vacío te muestras
presentando respeto al abismo.
Saludas la finitud, agradas a los bailarines vivos
mueres y sientes respeto por la vida futura
retuerces las palabras hasta encontrar líquido elemento
me muestras tus maldades donde sencillamente yo
no quiero seguir mirándote.

M. Carmen García Mateos
Cuadro: “Prudencia en la mirada” de Carmen Salamanca
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ME ASUSTA EL GRAN VACIO EN QUE ME MUEVO


Y no hay manera de que te sorprenda prevenido,
siempre se adelanta como una gacela ansiosa
sorteando el terreno incierto de nuestras esperanzas.
Este toro que bramaba antaño con la fuerza del tiempo,
trona derrocado su alma perdida con el dique de la nada.

Parecíamos tan frágiles como el esqueleto
del héroe que moría en mis brazos y tú,
palomita de la quietud maloliente,
no pudiste desvestir al santo
y hacerlo bajar como hombre
a comulgar con nuestros pecados.

¡Ven a compartir nuestro lecho
cuando los ojos se nos sequen
por no poder cerrarlos!,
¡Ven como pedazo de tierra inerte
aleada dolorosamente entre las cenizas!.

Me dijeron que este árbol era perenne,
que se podían escuchar las hadas cantar
en la quietud de los montes vacíos.
Mentira.

Se evapora un alma en las tinieblas del ocaso,
y cada día, bípedos hablantes
seguimos sin saber nada de ella,
recóndita, cercana,
como sabuesa instigadora en el sueño,
como el placer de un torrente de endorfina en el cuerpo,
vaticinando augurios, convirtiendo la belleza en un infortunio
.
Susana Lorente
Cuadro: “El sueño de Caronte" de Carmen Salamanca
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NO ME MIRES CON TANTOS FANTASMAS

Prendida en la retina, la nostalgia teje su red atrapando la palabra,

atravesando la endeble puerta de la mirada.

Escorada, sin apenas resistencia, te repliegas,

sin entrar en batalla.

Caminas entre fantasmas para no ver que ya no perteneces a la manada,

que te has ganado la libertad con el trabajo diario,

que ya cumpliste tu condena, y ahora estas en el bando

de los que siguen caminando para morir de viejos,

y sin otro oficio que el de vivir ,

y a ser posible escribir de cuando en cuando

para no hundirse sin haber amado.



Carmen Parra

Cuadro: “La pureza de Ariadna” de Carmen Salamanca
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EL AFÁN DE LA LUZ

Es el afán de la luz
un rumor impalpable de espectros
recostados sobre la sangre incolora.
Lamento hueco que se hace halcón,
ahora en vuelo, ya desaparecido.
Como serpenteante párpado
agoniza bajo el latido del río
¿el afán de la luz es el osario del pez o es mi abismo?

Es un vahído secreto que crece insidioso
en las extremidades indecisas del vértigo.
Las ilusiones se abisman,
tropiezan en un bache profundo.
Las palabras son amortiguadas
aunque brotan de los acordes sordos de la desesperación.

¿Dónde el afán de la luz? ¿dónde?

Podría desertar, huir de mí...
La belleza arañada podría no ser suficiente...
El afán de la luz, sus reflejos,
enjambres voluptuosamente enardecidos,
podrían extenderse
en el intersticio de cada amanecer…


Rosa Puchol


Cuadro: “El descanso del águila” de Carmen Salamanca
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SILENCIO DE CAL Y MIRTO

Dime con quién andas y te diré de qué pie cojeas,
huelen las entrañas de la muerte cuando te acercas a mí de improviso
y me tiemblan las fauces del lobo canino que me atrapa dentro
y me envenena de muérdago dulce de alcohol.

Mienten a veces los perros cuando aúllan a la luna de tus ojos
con alma desgarrada mienten mis odios cuando matarían tu nombre
cuando muerte dan a tu ser semblante rojo de luna llena
que arden mis venas mientras mi cuello asfixia al ecuador del mundo.

No salen las palabras a la luz de la vida.
Arden dentro y se queman bajo la prisión del odio escarlata
que presiona al hiato muerto de épocas tempranas
que nunca consiguieron el reconocimiento merecido de estrellas apagadas.

Estrella apagada muda y tibia como las ramas en flor que languidecen.
Que impotente de manos muertas que explicar no pueden al mundo,
su mundo, ruin y pequeño que pequeña le hace en los brazos sordos
en seres de desprecio que de amor llenan sus besos.

Desprecio, amor desprecio, eterno desdén sinfónico que atormenta mis deseos.
Apretuja mis cantos desesperados de melodía de brisa fresca
y no puedo, alcanzar no lo puedo, porque soy una mujer.
Una mujer podrida, una mujer venérea, vacía de piedad.

Tiemblo y me incluyo en lo más profundo del cadáver muerto.
Al que yo misma doy muerte,
al que yo misma entierro en mi agujero
En el dolor de este alma ajada.
En el odio de lacayo muerto, que nunca llegará a ser vivo
En su mundo infinito de desprecio
en el paraíso de cal y mirto.

Virginia Valdominos
Cuadro: “Buscando a Eurídice” de Carmen Salamanca
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ETERNO PASAJERO


Ese vacío triste
dibujado pretérito
entre raíces de niebla
turba con divisoria extrañeza
el silencio ciego
enmarañado como una flor
antes de la coloración
del alma sin sombra.
Una ráfaga venida
del misterio
señala impune
la dirección penúltima
que traspasa viejos castillos
sumidos en olvido
y anuncia en mi piel
un remate plausible
que acalora mi sangre.

Ligero trasnochar
por pasarelas incólumes
enterradas al vacío,
sinuosos caminos
donde el viaje desentraña
preludios lejanos
donde van quedando
ciudades con olores irrevocables.

Pasajero sin fe y sin mirada,
camino hacia el oriente
palpitar inmóvil
depositado en tus ojos
aquella mañana ciega
donde la aurora anunció
la partida final.


Fernando Ámez Miña

Cuadro: “El reino de Psique” de Carmen Salamanca
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