jueves, 4 de febrero de 2010

COMENTARIO DEL LIBRO "LA POESIA Y YO" del poeta Miguel Oscar Menassa, candidato al PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010



COMENTARIO DEL LIBRO "LA POESIA Y YO" DEL POETA MIGUEL OSCAR MENASSA, CANDIDATO AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010










“LA POESIA Y YO” de Miguel Oscar Menassa.

Observo que este libro está dividido en 5 partes, algunas de ellas tiene entidad suficiente para ser ella misma un poemario; y una dedicatoria: “Dedico esta esquirla atómica al siglo”. Ciento siete poemas en apenas doscientas páginas. Y dos dibujos, donde además de yuxtaponerse dos siglos en dos años 1999-2000, aparecen rastros de rostros entremezclados: trazos, bocetos, marcas de escritura.
Una frase irresistible salta de la primera página, del primer poema: “Nada sé de la magia que transforma mi propia carne en versos”. Y me sumerjo en esa magia hasta transitar la última palabra, el último verso.
La escritura sostiene al poeta. En este libro se presentifica, se hace presente que un hombre no es sin la escritura, sin la poesía.
La poesía está en el fondo de las cosas y el poeta vive, siempre, tocando fondo. La poesía se define como dimensión perdurable del lenguaje, donde lo permanente no es lo inmóvil. Lo permanente es y no es la piedra, es lo que se mueve sin dejar de permanecer, de perdurar. Dimensión donde el tiempo sangra, se hace carne, se hace palabra.

LA POESIA Y YO. Poemas del exilio. ¿Un diario del exilio o un exilio diario?
Un exilio diario, donde el poeta exiliado de su yo, se sostiene en la poesía. Porque no es desde otro lugar que se alcanza la Poesía. El poeta exiliado de su yo, es Otro.
La poesía como una estación Término. Un continuo llegar y partir. “Llegaste como un murmullo de olas, de días o de años…” Un relanzamiento, una repetición que insiste, una conjunción diferente produciendo lo nuevo. Una propuesta y su imposible. Un exilio, un tiempo de escritura. Una escritura que abre una nueva temporalidad para el hombre.
Recorren estás páginas palabras, versos, poemas, donde todo es presencia constante de la luz, empuje y espontaneidad, ritmos trepidantes, energía vital dotada de una calidez y de una belleza insobornables.
Un libro de poesía que además semeja un prontuario, es decir, un compendio, un manual al uso de las reglas, de la ley interna que rige o comanda una ciencia o un arte.
Ejemplo vivo de ello es el poema “El verdadero viaje”. Porque vivir es abrirse a lo desconocido, vivir sólo se puede en la poesía, como nos lo devela el verso “si es posible el poema es posible la vida”, verso que da título a la última parte de este poemario.
Un libro que nos enseña que nada es imposible para la poesía, porque sabe de dónde parte, conoce sus límites: ser una puntuación contra la nada, contra la muerte.

El amor como una nueva estación para los sentidos, un arco iris de reflejos, un sudor amargo entre las glicinas, incalculable ocre, salvaje pluma, indisoluble ensamble atravesando nuestros labios. Pequeña vibración. Minúscula. Vital.
La poesía se viste de mujer en este siglo, en este libro, la debacle es inminente. El hombre se viste de poeta, de decidido amante, amante universal, amante de la poesía, amante de la mujer.
Sólo un sentimental puede querer proporcionarse gratuitamente el lujo de una emoción y Miguel Menassa, poeta, no es un sentimental. El poeta en todo caso se nutre de los sentimientos, pero ama las pasiones, las grandes pasiones: el amor, la muerte, la locura, la poesía. Sabemos que las grandes pasiones son para las almas grandes. Y los grandes acontecimientos sólo pueden ser comprendidos por los que se hayan a su altura. Porque no es a un imbécil a quién se le entrega la poesía, como decía Aldo Pellegrini. Por eso el poeta nos propone un tiempo, una vibración singular, un vértigo de luz, un silencio, un continuo hundirse en los abismos, una soledad encadenada, una inútil lejanía.

Diario en el exilio, diario acontecer de la poesía, diario vivir de la sangre. Porque tal como nos afirma el poeta “ninguna sed se calmará este siglo, opaco siglo del deseo, donde el hombre fue luz bordada a fuego, y a la vez, sueño desesperado”.

La poesía de Miguel Oscar Menassa hace realidad las frases de dos grandes poetas: Jorge Luis Borges y León Felipe. Para Borges: “dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente como la cercanía del mar”. Y según León Felipe: “los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino. Y el destino no se narra, se canta….ESCUCHAD”.


Rosa Puchol

Integrante de los Talleres de Poesía Grupo Cero

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