LA FÁBRICA DE POETAS - Nº 58-
revista virtual de poesía
12/05/2010
Coordina: Alejandra Menassa de Lucía
YO SOY LA GRAN BLASFEMA
Y cuando digo blasfema,
¡blasfema!,
me arrodillo con la cabeza bien erguida,
juntas las palmas de mis manos
y maldigo en series interminables de titubeos
entre el amor y el odio.
Terca para encontrarte
anudo la mentira en mi garganta sin ahogarme
y tú, desde el cielo, entre las nubes
vivaz de pies inquietos
locuaz en la verdad,
silencioso,
más cerca del hombre que de Dios,
apuras el tiempo fraudulento
que solo existe en el deseo.
Salgo a la calle para verme partir
desde una ventana blanca,
desde una ventana iluminada por la luna
donde me veo, nocturna, para desaparecer
en un destino nombrado,
feliz y cruel.
¿Cruel?,
¿crees que dejaré de quererte aunque te sea infiel con esa otra palabra?
esa ventana, ¿es el mundo o es tu mundo?
Es el cristal con marco, pared, techo,
pero desde donde veo las estrellas,
¡huelo las estrellas!,
me como las estrellas,
me revuelco en su brillo,
y aterrizo suavemente con el viento golpeando
como un aleteo de pájaro.
La fantasía infiel cae sobre mis calles agrestes
y vuelvo a encontrarte vituperando a Jesús y a la Biblia,
renombrando a la muerte en un baile de sedas,
solo, vacío, con todo para dar,
desnudo y bello,
allí, aquí, en el mundo.
Susana Lorente Gómez
Cuadro: Yacek Yerka
CON LA PRISA DEL FUEGO.
Una experiencia sacralizada,
guarecida de las inclemencias del viento,
con la prisa del fuego,
mariposeaste mi espalda,
llegaste a la techumbre de los faros
en la neblina diaria.
Mares de amianto y
vespertinos encuentros con la sal de unos labios,
Lunas que relinchan
polvo y arena.
Navíos pétreos derramo
embalsamando tu cuerpo.
Con la prisa del fuego,
agudizo la sinfonía del universo,
Con la prisa del fuego,
Anochezco,
Grito,
Mantengo espejos derretidos
Cuál Ícaro en el cielo.
Con la prisa del fuego,
afloran lisonjeras brisas
abrumadoras,
perpetran una historia ya contada,
pergeñan aves de paso
que manidas fueron las sombras
de nuestros caballos.
Heme aquí,
acompañado,
cubierto con la alevosía
de lo iracundo, de lo demoledor,
dinamitero del pensamiento común,
adalid de las vanguardias,
espejismo de versos venideros.
Sergio García Soriano
HAY SEIS HOMBRES UNO POR CADA SOL
En la soledad de lo desconocido
encuentro tu nombre pegado a mi recuerdo
me pregunto por cada mirada
por cada sueño que no llega al abismo
de la perpetuidad.
Interrogo cada una de las lágrimas caídas en
el charco de lo ausente, vacío en
el baúl de un postrimero desencuentro,
calamidad con el gusto eterno.
Cada sol es una lámpara prendida en el vacío,
un hombre a punto de naufragar
en medio de un campo de maíz.
La pequeña mancha de luz crepuscular
que mueve la inmensidad de los tiempos.
El hombre es esa pequeña imagen que
nunca llega a encontrarse.
M. Carmen García Mateos
NO ME CONTÉIS MÁS CUENTOS!
“Sobre mis muertos de hoy, el mundo de mañana levantará la
Primera Casa del Hombre”.
León Felipe
No me contéis más cuentos.
mira a esa mujer despedazada.
Su voz pronuncia tiempos inmemorables
que continúan su viaje hacia el olvido.
Sus ojos, tras muchos ojos,
carne de cientos de años,
a miles de acres de luz,
avistan un horizonte desprevenido.
Venda sus ojos para no excusarse,
aprieta las cuerdas que rodean su cuello
y abre las piernas
para observar la escena.
Y sangra.
Sangra palabras lumínicas
atravesadas por sed y crepúsculo
por el ocaso de la tierra del hombre,
en sus manos: la primera casa.
Hoy recuerdo su nombre.
Es una mujer atada, por un cordón de oro,
a la esperanza.
Virginia Valdominos
MANOS DE UN HOMBRE
Son mis manos
mi único recuerdo,
aluvión desesperado,
cañones de silencio.
Cines desiertos
apatrullan infiernos.
Mi carne
–cielo raso—
se hace estocada fugaz,
vieja historia repetida
como cadalso en la tierra.
Arrebatados eclipses
acompañan mis manos.
Escenas donde la carne
se hace fulgor de viento
huella alejada en el vértigo
de un millón de palabras.
Fernando Ámez Miña
AL PIE DEL DECLIVE AMARGO
Poco a poco me iré liberando de todo, de casi todo
No del amor, más sí de su intolerancia.
M.O.Menassa
¿Quién canta cuando estás dormido?
Quizás las horas que rozan tu inmenso cuerpo de roca y oleaje
y se arremansan sobre la orilla del primer rayo de luz.
No sé cómo adentrarme hasta ti.
Te pregunto,
¿qué es el amor,
cuando somos la corteza de algún recuerdo
y no sirve la semilla del viejo tronco talado?
Abrazada a mí, tu ausencia,
tu doble sin réplica,
en la casa vacía que respira sin acritud,
ni esperanza, arrastro el habla hasta los confines.
¿Cuánto tiempo tardarás en marcharte?
Elena Conchello
No hay comentarios:
Publicar un comentario